Teníamos las nuevas pegatinas en la mano (¡menuda dificultad combinar los colores de Maranello con los de los sponsors!, habrá que modificar los adhesivos) y arrancamos para Hobby Kart. La mañana había sido dura, muy dura. Madrugón de 7,30 de la mañana para salir estresadísimos de casa los cuatro destino al primer partido de la mañana a las 8,30, a pasar frío en los campos de la Torre. Además de frío, perdimos 4 – 2, pero me quedo con el recuerdo de los jugadones del número 6 del equipo contrario y el gol de Pablito, regateando con las dos piernas y disparando con la zurda. Según acabamos, corriendo al hockey, contra el Liceo de Carlitos. ¡Menudo crack el 7! Impresionante. Pablito, en la derrota 14 – 8, metió 4 goles, alguno de ellos muy bonito. Después de la carrera de Outeiro, Pablo tiene más confianza en si mismo y yo se lo he notado esta semana. ¿Cuánto durará?
Según llegamos a Santa Comba nos encontramos a Ernesto y a su hijo mayor en medio de una marabunta de gente impropia para un sábado a primera hora de la tarde, propiciado por el cambio de fecha del autocross. Ernesto es de esa rara buena gente que te encuentras por la vida en este deporte. Hace 18 años yo había tenido una incursión en el automovilismo y Ernesto era miembro del equipo en el que corríamos. Yo tenía 19 años y él se volcó con nosotros en ayudarnos desinteresadamente en todo lo que podía, tan sólo por su afición a este deporte. Hace poco recibí un correo electrónico (el único “anónimo” que he recibido sobre el blog) presentándose, hablándome del blog, de que nuestros hijos tenían edades iguales y ofreciendo su ayuda a un desconocido.
Nos quedamos un rato en Hobby Kart poniendo los vinilos al kart y en el taller, mientras tanto, estuve hablando un rato con José Manuel, mientras él arreglaba sus karts de alquiler. Entretanto, Pablo y Sergio de divertían jugando al fútbol por los exteriores. En el momento que quedó despejado de gente, Pablito se subió al kart a dar unas vueltas. Algo vamos mejorando, pues paró el kart y se quejó del comportamiento, pues no le deslizaba nada (increíble para Santa Comba), pero era motivado por los reglajes de mojado que todavía tenía. Dio unas vueltas e hicimos unas fotos. Paramos pronto pues enseguida vino más gente, por lo que decidimos retirarnos pronto para casa.
Me gusta de este deporte el haber conocido buena gente como Ernesto, como todo el mundo de Santa Comba, como los Suárez de Ordenes, o como los Filgueira de Serra, pasando por los Senlle de Santiago, o Pacheco con Isma dándole consejos a Pablito de cómo hacer la salida en Outeiro. Y mucha más gente que lo que hace es sumar por este deporte, como Pio, como David, como José Lamela de Serra, como J.F. o como la gente del Sur o nuestros Kopites particulares. Me gusta el deporte y me gusta la picaresca, pero lo que más me gusta es la fraternidad con que te trata mucha gente.
Lo que no me gusta es que venga alguien a restar, y menos el día de mayor alegría de mi hijo. En la protección de mis hijos soy muy oso.
Según llegamos a Santa Comba nos encontramos a Ernesto y a su hijo mayor en medio de una marabunta de gente impropia para un sábado a primera hora de la tarde, propiciado por el cambio de fecha del autocross. Ernesto es de esa rara buena gente que te encuentras por la vida en este deporte. Hace 18 años yo había tenido una incursión en el automovilismo y Ernesto era miembro del equipo en el que corríamos. Yo tenía 19 años y él se volcó con nosotros en ayudarnos desinteresadamente en todo lo que podía, tan sólo por su afición a este deporte. Hace poco recibí un correo electrónico (el único “anónimo” que he recibido sobre el blog) presentándose, hablándome del blog, de que nuestros hijos tenían edades iguales y ofreciendo su ayuda a un desconocido.Nos quedamos un rato en Hobby Kart poniendo los vinilos al kart y en el taller, mientras tanto, estuve hablando un rato con José Manuel, mientras él arreglaba sus karts de alquiler. Entretanto, Pablo y Sergio de divertían jugando al fútbol por los exteriores. En el momento que quedó despejado de gente, Pablito se subió al kart a dar unas vueltas. Algo vamos mejorando, pues paró el kart y se quejó del comportamiento, pues no le deslizaba nada (increíble para Santa Comba), pero era motivado por los reglajes de mojado que todavía tenía. Dio unas vueltas e hicimos unas fotos. Paramos pronto pues enseguida vino más gente, por lo que decidimos retirarnos pronto para casa.
Me gusta de este deporte el haber conocido buena gente como Ernesto, como todo el mundo de Santa Comba, como los Suárez de Ordenes, o como los Filgueira de Serra, pasando por los Senlle de Santiago, o Pacheco con Isma dándole consejos a Pablito de cómo hacer la salida en Outeiro. Y mucha más gente que lo que hace es sumar por este deporte, como Pio, como David, como José Lamela de Serra, como J.F. o como la gente del Sur o nuestros Kopites particulares. Me gusta el deporte y me gusta la picaresca, pero lo que más me gusta es la fraternidad con que te trata mucha gente.Lo que no me gusta es que venga alguien a restar, y menos el día de mayor alegría de mi hijo. En la protección de mis hijos soy muy oso.






Como a la ida, hemos venido escuchando a Hanna y su tema de “Como la vida”. Disfrutando todos en el coche, muertos de frío y sólo pensando en meternos pronto en cama para entrar en calor. Pensamos que mañana (domingo) será un día para disfrutar y descansar. Será Domingo de Resurrección.
Ayer fuimos otra vez hasta Santa Comba ya que el sábado no nos acercamos debido al aplazamiento de la carrera de autocross por culpa del mal tiempo. Estuvimos con Borja Aballe, al que llevábamos desde diciembre sin ver. Él probó su nuevo coche antes que nosotros ya que llevaba sin andar en kart desde que acabó la temporada, por lo que José Manuel, Camariñas y José Antonio se han pegado una paliza de órdago estos días, desde que volvieron de Faluga con los chasis. Desde luego que llevamos unos días bajo un poquito de estrés.
Hoy Pablo se divirtió porque además de jugar con Sergio al hockey y al fútbol, estuvo corriendo contra él. Vueltas, vueltas y más vueltas. Después vinieron sus primos David, Jacobo y Pablo. Nos echamos una carrerita con los de alquiler y vía, de vuelta para casa. El tema es que Pablo llevaba un buen rato quejándose de la barriga y el pobre, antes de salir de Hobby Kart, empezó a vomitar sin parar. Allí salió todo, todito, todo. Pobriño, se quedó hecho una piltrafilla. Debió de sufrir, porque hasta que llegamos a casa paramos 5 veces para que vomitase, a partir de la 3ª sólo eran espasmos, pues no le quedaba nada en el estómago. Ahora está tumbado, agotado y sigue en su particular lucha, muerto de hambre, pero acaba de beber una gota de Gatorade y ha vuelto a las andadas.
Muy ilusionado pero muy débil. Me encantó ver su cara de felicidad, pero me ha matado verlo tan hecho polvo.






