lunes, 3 de septiembre de 2007

Somos un equipo

Al final, como se esperaba, estuvimos el sábado en Mosteiro. ¡Menudo chaparrón de calor que nos tragamos! Todo el calor del verano que no hemos tenido, todo, todo, todo, estaba en Mosteiro el sábado. A pesar de eso, pasamos, como casi siempre, un día estupendo.

Aparte de las motos que casi siempre están por allí, y que esta vez alguna supermotard se empeñó en ensuciarnos la pista con la tierra, un quad y varios maquinillos de dos ruedas, nos juntamos varios miembros de la Escudería Amigos do Motor. Allí estuvimos Javi de Ordenes, Diogo y Pablito en alevín y Hugo Caride y Sergio en Cadete. Por la tarde se presentó Naya con su senior y de paso picarse un poco los cadetes, tanto que en unos empujoncitos con Sergio, el bueno de Caride salió mal parado saliendose la rueda de la llanta delantera izquierda. No hay mal que por bien no venga y así Hugo estrenó zapatos nuevos para las últimas tandas de la tarde, eso sí, después de que tanto su padre como su tio revisasen correctamente la dirección bajo la atenta supervisión de la Team Manager Marga Dennis.

Los alevines estuvieron en pista durante decenas y decenas de vueltas y los resultados eran extraños. Que si este o aquel desarrollo, que si este motor no va ni de coña y termina haciendo el mejor registro de la tarde, que si hoy he perdido 2 segundos y no los encuentro, que si… Inexplicable. Lo más parecido a un expediente X.



Javier apareció con un motor que iba perfecto, venía a punto para salir a rodar. Cuando tiene todo preparado lo arranca en el carro y… ¡ploff! La cara de Javi padre era un poema. Nadie se lo explicaba. Observado por Adán y José Manuel, desmontó el Comer y no se encontraba el motivo, por lo que se decidió montar el motor de nuevo y que al menos Javi se pudiese dar unas vueltas. Sus registros eran realmente pobres para lo que nos tiene acostumbrado Javi en este circuito.

Diogo era el que rodaba más rápido, con menos problemas pero con un desarrollo que no tocaba, al menos eso se debatía. Aún así le salían los tiempos en los que más o menos se debía de rodar.

Pablito, ay Pablito, marcó unas vueltas iniciales estupendas, con ritmo bueno, no en el tiempo que debía pero para ser la primera tanda y justo antes de comer, no estaba mal. Por la tarde el motor se empeñó en no dejarnos disfrutar y mientras nos estrujábamos las neuronas viendo en que curva, en que trazada, perdía tiempo Pablo, el motor nos engañaba, nos tomaba el pelo. Ese mismo motor que hace dos semanas hizo esos tiempos tan decentes. Pero la mecánica, al igual que la informática, es así de caprichosa.


Conclusión, somos un equipo y lo vamos a demostrar para que todos podamos mejorar. Diogo se sube en el kart de Javi, Javi se sube en el de Diogo… Pablo se sube en el kart de Diogo, Diogo se sube en el kart de Pablo… Javi se sube en el kart de Pablito, Pablito se sube en el kart de Javi y… seguimos sin encontrar ni explicación ni solución. Pero los niños se lo pasaron estupendamente terminando con unas tandas en sentido contrario ya de noche y sin luz y los mayores también. Ahora, el que mejor se lo pasó, sin duda, fue Nico sentado en la tierra jugando con sus cochecitos y poniéndose hasta las cejas de tan árido elemento.

El día fue muy completo. Al mediodía, ¡por fin!, volvimos a nuestro restaurante a comer el churrasquito que tan bien preparan… con sus choricitos y sus patatitas, con esa ensalada… hmmmmm, impresionante. Estuvimos tan a gusto comiendo, hablando de muchos y variados temas, que entre el calor que hacía fuera y lo bien que estábamos con los cafecitos casi nos tiramos allí toda la tarde. Menos mal que las cheer leaders Marga y Susi nos recordaron a que habíamos venido, que para eso estaríamos mejor en la playa.

Por la tarde vino mi hermano – sponsor Vicente. Estuvo toda la tarde hablando con Javi sobre camiones, persiguiendo a José Manuel para ver donde le poníamos el turbo en el kart y sobre todo disfrutando de su sobrino Pablo y de “Misi”. A Pablito le gusta mucho, demasiado, que le vayan a ver. Le estimula y el que no vaya nadie le pone triste, por eso no me gusta. No por el hecho de que se ponga triste, sino porque realmente hay que ser muy aficionado para ir a ver estas carreras y entrenamientos, y a mi se me están acabando los familiares y los amigos. El tío Vicente, como Pablito le llama, se lo pasa pipa viéndolo y mimándolo y a mi eso me encanta, me encanta porque es una forma de demostrarme su cariño, lo que me da rabia es no poder, a lo mejor, corresponderle en magnitud. Es realmente una buena persona que se quedaría ciego para que tú pudieses ver. Aunque él diga que no.


Ahora, a por la carrera de Mosteiro. Vamos a pasarnoslo bien, mejor si cabe.

1 comentario:

Anónimo dijo...

a mosteiro a ganarrrr!!
seguro qe lo hace fenomenal pablito, ademas vamos a llenarle la pista de gente.


vicen, aunqe juegue a otro papel, es buenazo!

un abrazo tio pablo!